EL OIDOR
Primero aplicó xilocaína en su boca para olvidar los sabores. Luego, saturó de perfume su nariz hasta bloquear los olores. Se vendó lo ojos para privar su visión. Se puso una escafandra, para aislar su tacto. Finalmente, abrió sus oídos al universo, y se estremeció: pudo oir a Dios.