LA
LLAMA
La llama de una vela
encierra todo el misterio del cosmos. A diferencia de la luz eléctrica, permite
visualizar apenas lo justo, respetando la penumbra. Inspira tanta reverencia y
asombro, como la primera vez que los humanos lograron encender una fogata. En
esa llama parpadean serenos los ojos de Dios, con su enigma intacto, con su
perfecta indiferencia azul.