REVISTA LITERARIA

PARA UN DESARREGLO SISTEMÁTICO DE LOS SENTIDOS



miércoles, 19 de noviembre de 2014

Dos textos de Mauricio Naranjo

I

Escribir un poema sin palabras, sólo con puntos suspensivos, signos de interrogación y paréntesis. El título sería un punto sobre una i invisible y afónica, como la torre de una iglesia gótica suspendida en el vacío. El primer verso estaría compuesto de interrogantes, de preguntas sin respuestas, aporías muertas y cortopunzantes. El cuerpo del poema sería un interregno, un limbo, una larga y silenciosa sinfonía en blanco y negro atrapada entre corchetes de hierro. El desenlace estaría conformado por puntos suspensivos que no conducen a ninguna parte, como una escalera de Esher, o como un acantilado feroz donde termina la tierra firme y comienza la incertidumbre, la bella confusión azul hecha de furia y de sal. La firma podría ser una tilde anónima, como una gota de sangre sobre tu ausencia.


II

De todos los órganos, el estómago es la metáfora del universo. En su vacío se encuentra la esencia, la ontología del ser. Cuando se llena, un proceso de desintegración o decantación (una especie de olvido blanco) expulsa la materia innecesaria, siempre innecesaria. El estómago es una víscera platónica, idealista. Pero en él también se encuentra la síntesis del budismo y del taoísmo: el vacío, como un silencio voraz, es su identidad.