REVISTA LITERARIA

PARA UN DESARREGLO SISTEMÁTICO DE LOS SENTIDOS



miércoles, 15 de febrero de 2012

HOMENAJE A DON GILDARDO GARCÍA

LA PRESENTE SEMBLANZA FUE PUBLICADA A FINALES DEL AÑO PASADO, EN EL PERIÓDICO "ENFOQUE DE ORIENTE", MEDIO FUNDADO Y DIRIGIDO HASTA SUS ÚLTIMOS DÍAS POR EL PERIODISTA GILDARDO GARCÍA MONSALVE, QUIEN FALLECIÓ EL PASADO 20 DE ENERO DEL PRESENTE AÑO.  FUE LA ÚLTIMA ENTREVISTA CONCEDIDA POR ÉL, UNO DE LOS MAESTROS DEL PERIODISMO EN COLOMBIA, CONOCIDO ENTRE SUS COLEGAS COMO "CAMARADITA".

 
DON GILDARDO GARCÍA MONSALVE: UNA VIDA CONSAGRADA AL OFICIO PERIODÍSTICO
Por Mauricio Naranjo Restrepo
“Y ahora, entre tantas caras amigas, la soledad de la muerte me estremece y una mano incógnita apaga mi horizonte”. 
(Gildardo García Monsalve)

SUS INICIOS EN EL PERIODISMO
El pasado 18 de septiembre, don Gildardo García Monsalve, fundador y director de ENFOQUE DE ORIENTE, cumplió noventa años, rodeado por sus seres queridos.   Con una lucidez impresionante, y una vida entera dedicada al periodismo (oficio que ha desempeñado durante más de 70 años ininterrumpidos), recuerda con precisión sus inicios en el Liceo Antioqueño, motivado por un grupo de profesores que publicaban la revista literaria “Crítica”: “Mi pasión por la escritura y el periodismo se remonta a los años de bachillerato, cuando barruntaba, no era periodista pero me gustaba mucho untarme de la cosa.  Me fui aficionando y resulté participando en la tertulia radial “El palacio de cristal” (programa de Radio Claridad dirigido por Emel Ramírez), donde participaban intelectuales como Otto Morales Benítez y José Luis Arango.  Y a raíz de ese sarampión que le da a uno, comencé a escribir notas, una de las cuales fue a dar a “El Heraldo” de Antioquia (dirigido por Jesús Tobón Quintero), la cual fue muy celebrada en el Liceo”.
Sus primeros trabajos periodísticos se remontan hasta antes de la segunda guerra mundial, cuando la radio era el medio de comunicación más poderoso, por su instantaneidad, inmediatez e inmensa sintonía.  Participó, entonces, en “La voz del triunfo” en varios radioperiódicos y, simultáneamente, hizo parte del “IN” (Izquierda Nacional), movimiento político y cultural dirigido por el médico Rubén Uribe Arcila, al cual pertenecían personajes de la talla de Fernando González, Diego Luis Córdoba y Pedro Nel Gómez.  Rememora que “Entonces una buena tarde me llamaron por teléfono, y era del periódico “La Defensa”. La llamada me la hacía Belisario Betancur.  Me dijo: “¿vos te querés venir a trabajar acá?”, y sabiendo yo que era un periódico ultra godo (yo soy liberal), le dije que sí, que no tenía inconveniente.  Trabajé cuatro años en ese periódico, pero renuncié en señal de protesta porque había vencido el partido conservador con Mariano Ospina Pérez, y entonces yo en una actitud romántica pero al mismo tiempo rebelde, dicidí irme a trabajar con la gente de mi partido en “El Correo”, y luego en “El Diario”.
LA CENSURA IDEOLÓGICA
Hablar con don Gildardo -su voz intensa, y fuerza espiritual en su mirada introspectiva- es repasar la historia política e intelectual de Colombia.  Con la humildad y sencillez que lo caracteriza, cuenta por ejemplo que fue el fundador de “Radio sucesos”, en “La voz de Medellín”, en compañía del poeta Ovidio Rincón Peláez.  Este programa fue el de mayor audiencia a nivel nacional, a finales de los turbulentos años cuarenta, cuando la censura ideológica era el pan de cada día: “Nos tocaron épocas muy difíciles en el periodismo, por ejemplo las metidas a la cárcel.  Un detective cualquiera lo cogía a uno en la calle, lo requisaba y decía “este tipo tiene unos documentos subversivos”.  Recuerdo que para publicar ciertos artículos, debían contar con el visto bueno del “Jefe de Censura” de la Gobernación.  En alguna ocasión, por un malentendido, fui a dar a la cárcel “La Ladera”, esposado, por dos días”.
SU ÉPOCA EN “EL TIEMPO”
En el prestigioso periódico “El Tiempo” trabajó durante veinte años hasta 1968, como corresponsal, cubriendo diversas áreas del acontecer nacional, excepto los deportes.  Allí fue “inamovible” (en sus propias palabras) y testigo de primera mano de grandes sucesos de la realidad colombiana, con “chivas” incluso a nivel mundial, como cuando el Papa Juan XXIII decidió cambiar las liturgias católicas del latín a las lenguas vernáculas: “Elí Mejía Gómez, hermano del padre Jairo, delegado ante el Vaticano, tenía por misión publicar dicha noticia en español, y la tenían en la imprenta de Editorial Bedout, entonces Elí me contó acerca de esto, y por contactos, y sin permiso de la Curia, ni autorización de ninguna clase, decidí publicar esta chiva, la cual editó “El Tiempo” a ocho columnas durante dos días seguidos”.
Fue el primero en entrevistar a Gonzalo Arango, fundador del Nadaísmo (entrevista publicada por “El Tiempo” el 8 de julio de 1958, bajo el título de “Entrevista esquizofrénica”).  Igualmente, en publicar la noticia del Premio Nadal otorgado a su “amigo del alma” Manuel Mejía Vallejo.  Se caracterizó también por rescatar la voz universal de algunos escritores como Efe Gómez, de quien –con visión futurista- afirmó que “Estructuró el cuento psicológico en nuestro medio, y aterrizó en la realidad social cuando los novelistas colombianos relataban cuadros costumbristas.  Y fue el primero en hablar de la desintegración del átomo y de los viajes interplanetarios, y en aplicar la cianuración en Colombia” (“Efe Gómez: Cuentos, Minas y Cianuro”). 
Una de las entrevistas que más recuerda fue con el famoso guerrillero “El Mico” (“Yo dormí con El Mico”).  A finales de los años cuarenta, eran ruidosas las acciones del sanguinario conservador León María Lozano (El Cóndor), por un lado, y por el otro las del vindicador liberal Jairo Isaza (El Mico), uno de los bandoleros más temidos de la época.  Don Gildardo lo entrevistó en Puerto Berrío, y después de una noche de conversación clandestina, concluyó que El Mico no era, en rigor, un bandolero, sino un idealista campesino liberal al que las circunstancias políticas empujaron hacia la opción violenta, porque sus padres y hermanos fueron asesinados.
DESPUÉS DE LA JUBILACIÓN
Fue pionero como docente de la facultad de Comunicación social y periodismo de la Universidad de Antioquia, y alcalde del municipio de Tarso.  Después de jubilarse en “El Tiempo”, trabajó durante diez años como Jefe de Prensa de la Gobernación de Antioquia.  Y luego, ejerció el periodismo en varias publicaciones y canales de televisión como enviado especial.  Su última época como periodista, hace veinte años, cuando contaba con 70 años de edad, la ha dedicado con la misma vitalidad y pasión al periódico regional ENFOQUE DE ORIENTE, del cual es su fundador y director.
SUS REFLEXIONES SOBRE EL PERIODISMO
Con la autoridad intelectual que le concede su larga trayectoria, don Gildardo reflexiona sobre el oficio periodístico con la elementalidad de un sabio: “El periodismo ha cambiado mucho, las nuevas tecnologías por ejemplo, pero el periodismo sigue siendo, sobre todo, un oficio.  Siempre lo será. Entre los periodistas jóvenes hay mucho talento, pero falta mucha cultura.  A veces da lástima ver periódicos de gran circulación, realizados de cualquier manera.  Sin petulancia, pero el periodismo era mucho mejor antes que ahora.  Y éramos autodidactas, y por encima de todo muy buenos lectores. La lectura es fundamental para formar a un buen periodista.  Periodista que no lee, se jode. Las facultades de Comunicación social y periodismo, yo soy muy amigo de ellas, pero tienen su limitación: la universidad forma académicamente, pero jamás podrá intervenir en la formación intelectual y cultural de un periodista”.
EL CARIÑO DE SU FAMILIA
El amor que sienten los familiares, colegas y amigos por don Gildardo es inconmensurable. Igualmente, el amor que él siente por su esposa Oliva Montoya Noreña, por sus hijos, nietos y bisnietos, es infinito.  Su nieto Gerónimo, también Comunicador, comenta al respecto: “No sé siquiera en qué momento de mi vida desarrollé este amor incontrolable, indisoluble pero totalmente explicable….Verlo, oírlo, contemplarlo desde cerca o en la más oscura distancia siempre ha sido un aliento, pero más que todo es una lección de vida.  Caminando lento pero a pasos agigantados en el camino de la felicidad, el hombre inquebrantable, al que le pasan los años pero la vida lo llena de espíritu cada mañana, y radiante, lleno de ímpetu y sabiduría, con la sagacidad y mordacidad de una daga, está siempre listo al chiste y al comentario perfecto en el momento perfecto, con una lucidez e inteligencia únicas en su clase, colma de carcajadas y de ternura a todos los que lo amamos”.
Por su parte, Juan José, otro de sus nietos, residente en los Estados Unidos, le escribió una bella carta el pasado 18 de septiembre, con motivo de su cumpleaños.  En un aparte, le dice: “Puedo asegurar con todo mi ser que el tiempo que Dios nos ha dejado compartir, ha sido verdaderamente un gozo, de cariño incondicional, y sobre todas las cosas, abuelo, aquellos recuerdos que brotan de tu sabiduría.  Huellas tuyas en mil caminos que anduviste quedarán marcadas en los senderos antioqueños.  Así como también, sigues marcando a cada uno de los que te amamos, que te admiramos, a los que diste todo, a los que amaste con esa ternura infinita”.
En nombre de los integrantes del equipo de trabajo de ENFOQUE DE ORIENTE, queremos agradecer a don Gildardo por sus enseñanzas, por su ejemplo de ética periodística, por su amistad generosa, por su sabia elementalidad colmada de agudeza, lucidez y humor negro, por ser un modelo de rectitud, honestidad y transparencia, no sólo en el periodismo, sino, especialmente, en la vida misma. 

domingo, 12 de febrero de 2012

POEMA VISUAL DE LA ARTISTA ROSSANA URIBE

LOS ASUNTOS DE LA INTERPRETACIÓN, POR ÉRIKA PINEDA

,

PRESENTACIÓN DEL LIBRO "PALIMPSESTOS Y TÁBULA RASA", POR CARLOS PATIÑO MILLÁN

Lo que sé del poeta que hoy se desnuda frente a ustedes
Por Carlos Patiño Millán

Debería callar o repetir lo que Lennon dijo de Ono en la célebre presentación de su libro Pomelo. Decir: ¡Hola! Me llamo John Lennon, quiero presentarles a Yoko Ono. Pero no, cedo a la maldita tentación. Diré entonces: Oscar Mauricio Naranjo Restrepo es un poeta colombiano; sigue siéndolo dos décadas después de cumplir veinticinco años[1]. Ha escrito un libro de poesía; lo tienen entre manos. La cifra resulta escandalosa en Colombia en donde pululan los libros de poesía y los crímenes, más no la poesía.
“La poesía moderna –dice Hugo Friedrich- deja de preocuparse por el lector. No quiere ser entendida. Es una tormenta alucinante, golpes súbitos de luz como relámpagos que no buscan sino provocar de miedo frente al peligro que surge de una atracción hacia el peligro[2]”. Los poemas de Naranjo no buscan ser entendidos ni “abrazar al lector” (como alguna vez lo recomendó un hombre cansado que ha hecho de la Poesía su taller). Naranjo quiere decir y lo hace; su propósito es la libertad, la contravención permanente, “la subversión lírica como contrapartida de la subversión sin más, la de la vida[3]”, como argumenta Túa Blesa a propósito de los poemas de Leopoldo María Panero.
Un poeta es un estar siendo, no la suma de sus libros publicados e inéditos ni la enumeración de sus mecanismos retóricos. Un poeta no es el recuento de sus premios, figuraciones en antologías y lecturas o los registros azarosos de su vida social. Un poeta es –quizás- alguno de los versos de sus poemas, una línea, una palabra descubierta y bautizada; trascendida, redefinida aun en el más absoluto silencio y en la más grande incomprensión. Galopando encima del caballo ebrio, el sordo sabe que escucharse puede ser una efectiva metáfora de búsqueda de sí mismo. Naranjo se busca aquí, delante de todos.  
Uno escribe poesía sin detenerse a pensar si ésta es mimética o no (aunque lo sea o no). Si lo que lo impulsa a uno es el mundo externo o el “alma íntima… siempre tras nuestro conocimiento, pero siempre escondida… la única fuente del dolor, del mal, de la estupefacción”[4].
Uno escribe, muere intentándolo. Uno no sabe qué va a pasar con lo que traza. Nadie se sienta a escribir, de un tirón, una obra maestra[5].
Uno escribe, tercamente. Al final sólo se sabe que uno ha parido un libro. El primero de Naranjo es éste.
Tras leer los poemas de Naranjo que siguen (y que son su vida y no parte de su vida), creo decir la verdad al señalar que he visto el improbable mito y su caótico método, la nítida creación y su turbia reflexión; asuntos que son uno solo y varios a la vez[6]. 
Ahora sí: ¡Hola! Me llamo Carlos Patiño, quiero presentarles a Mauricio Naranjo.

Carlos Patiño Millán


[1] Tiene, por lo tanto, “el sentido histórico” de la tradición que reclama T. S. Eliot en sus Ensayos críticos.
[2] Paul de Man. Visión y ceguera: ensayos sobre la retórica de la crítica contemporánea. 
[3]  Túa Blesa. Leopoldo María Panero, el último poeta.   
[4] Palabras de W. B. Yeats. . 
[5] Aunque a Naranjo, como a Palinuro, quizás le “habría gustado escribir Les Fleurs du Mal o Una Saison en Enfer sin ser Rimbaud o Baudelaire, es decir, sin experimentar sus sufrimientos mentales y sin haber estado enfermo ni haber sido pobre”, como lo anota Cyril Connolly en La sepultura sin sosiego.  
[6] Antes que de escribir lo que sé del poeta que hoy se desnuda frente a ustedes, preferiría decir con Wallace Stevens: “Evíteme, por favor, contar los detalles biográficos. Soy abogado y vivo en Hartford. Estos hechos no son divertidos ni reveladores”.     

PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE POESÍA "NOCHES OBLICUAS", POR CARLOS VÁSQUEZ

PRESENTACIÓN
NOCHES OBLICUAS

Por Carlos Eduardo Vásquez
Noches Oblicuas es un poemario que transita un camino nunca recorrido.  Uno no debe leerlo si busca licores demasiado dulces o venenos demasiado amargos.  Amigo lector, usted no encontrará en las próximas páginas un romanticismo impotable o un “malditismo” a prueba de toda lógica.  Y es que los poemas seleccionados  por José Mario García para esta edición tienen su propia dinámica.  Están cocinados en su salsa de originalidad.  No se parecen a nada.  Son ellos mismos per se.  En este libro, el segundo del autor, uno reconoce a un poeta que plasma sus sentires sin muletas ni artilugios rimbombantes que engañen la estética.  Es decir, en estas letras uno encuentra un tipo de poesía que evita la pirotecnia verbal que aturde los sentidos, y en cambio, se respira una franqueza infalible durante todo el trayecto poético.  
Las palabras nuevas emergen con abundancia en Noches Oblicuas.  Desde el primer momento, el poeta se apoya en la licencia poética para elegir palabras nunca antes usadas, y en consecuencia, el lector se obliga a construir percepciones nunca antes sentidas.  Uno podría decir que incluso vocablos de antiguos idiomas desfilan impunes por este poemario que agita la comodidad de la norma.
Los versos de José Mario están llenos de sorpresas.  Por ejemplo, en cualquier recodo uno se encuentra con que el olvido es una hierba diminuta que crece en los resquicios de la noche.  Los retruécanos y juegos de palabras provienen de lugares donde lo tridimensional se desborda.  Mezclas imposibles y contrasentidos deleitosos forman parte de la filigrana de imágenes que se suceden unas a otras en un despliegue de ideas.
En Noches Oblicuas también hay niñeces… pequeñas gotas de recuerdos capaces de transportarlo a uno a los diminutos universos de la infancia.  En algún momento de la lectura el recuerdo acude vestido de niño que mira las nubes y coteja los cristales de hielo con su infantil realidad, más por conjura de su voluntad que por el arte adulto de la razón. 
Fantasmas y mariposas deambulan cada tanto por las Noches Oblicuas, los primeros  sin poderes, y las segundas sin alas.  Los unos redivivos y las otras en agonía.  Personajes inmortales pasean por este poemario: Rimbaud; Zaratustra; Heráclito; Parménides y hasta Juana, la loca de Castilla, caminan sin recato por los pasillos eternos de la poesía.
De pronto, casi al final, uno se ve rodeado por noches de diferentes colores en una diversidad de devenires. Entonces, surge la pregunta: ¿será este devaneo del poeta con sus noches oblicuas parte del contubernio inmortal que siempre ha existido entre el poeta y los asombros de la oscuridad?
La respuesta la tiene su propio autor… el poeta es él, los poemas son su expresión y la poesía es el mensaje. 
Que se abra el telón, entonces, y sean sus palabras las que alumbren, como el faro de Alejandría, las noches oblicuas de los navíos rumbo al puerto.