TREINTA Y UNO
LAS AVENTURAS DEL HADA HELADA
El día menos pensado escribiré las aventuras del hada helada y su amiga la gran hadilla. Será una epopeya volátil, etérea, poblada de árboles celestes y estrellas terrestres. El tercero excluido, el hado derecho, sucumbirá en medio del miedo, y los dragones de agua, guiados por sandra gon, vencerán a sangre gorio, el villano más villano de todos los tiempos.
TREINTA Y DOS
EL ÁNGEL DE LA PACIENCIA
Lento, no diferenciaba si estaba en reposo o en movimiento, porque su velocidad mínima era constante. Siempre llegaba tarde, porque se detenía en las formas del mundo, asombrado. Hasta que un día, como Remedios la bella, o Un hombre muy viejo con unas alas enormes, comenzó a volar igual que un pajarraco sutil.
TREINTA Y TRES
PARA QUÉ
Para qué cielo si no tengo alas. Para qué alas si no tengo casa. Para qué casa si no tengo a mi amada. Para qué amor si no creo en nada. Para qué el vacío si estoy pleno de silencio, de ausencia, de soledad, de éter que se aferra al suelo como un manglar.
TREINTA
Y CUATRO
MUCHA
TELA QUE CORTAR
El
sastre, también hijo de sastre, comenzó a cortar la tela entre monólogos y
soliloquios. Sin percatarse, inmerso en su mundo de tramas y urdimbres
mentales, cercenó su brazo izquierdo. Sintió un dolor agudo, que confundió con
su melancolía, y continuó mutilando su cuerpo hasta que de sí sólo quedó su
mano derecha aferrada a las tijeras rojas y resplandecientes.
TREINTA Y CINCO
LA ETERNIDAD
La mitad de su vida eterna la pasó en el paraíso islámico, en
pabellones donde se encontraban tiendas maravillosas hechas con perlas y en
cada esquina una esposa sensual. La otra mitad en el cielo cristiano, un país
de melodías y cánticos donde no había dolor, ni enfermedad ni muerte. Cumplida
su estadía, se fue extinguiendo hasta morir para siempre.
TREINTA Y SEIS
EL CÍRCULO
Después del amor viene
el dolor después de la embriaguez la resaca después del pecado la culpa después
de la euforia la tristeza después de la plenitud el vacío después del exceso el
cansancio Después del dolor viene el amor y todo continúa su ciclo.
TREINTA
Y SIETE
Mi vida
es como un contrabajo sin cuerdas, con alas. Un suspiro que, grave, golpea aves
oscuras.
TREINTA
Y OCHO
La
memoria es un milagro para conservar la unidad, la identidad. Pero el olvido es
liberación, necesidad de construirse a sí mismo en cada instante, sin los
sesgos negativos de los recuerdos, sin la anti estética nostalgia, sin el disco
rayado del eterno retorno. Olvido, patria donde uno nace y renace en el devenir
transparente.
TREINTA
Y NUEVE
Estoy hecho de lejanía, de distancia. Mi
sustancia, el olvido. Mi esencia, el vacío. Mi expresión, el silencio. Soy un
signo cero que levita en espiral hacia el centro de la nada.
CUARENTA
Buscaba historias en los libros no leídos,
amores en las mujeres desconocidas, territorios en los mapas ignotos. Ese era
su trabajo: hallar cosas en la nada.
CUARENTA Y UNO
Esta es la trágica historia de una vez, que una
vez decidió no elegir nada nunca. El tiempo pasaba por sus ojos, como una nube
que discurre en el vacío azul. Así que una vez, sentada en el balcón de los
sueños, escuchaba pasar la realidad, con sus motores y murmullos, sumida en la
dulce confusión de su mente en blanco. Al final, una vez recordó sus promesas y
cabalgando en la flecha del olvido como una estrella fugaz se extinguió en las
rojas montañas del azar.
CUARENTA Y DOS
Ante la furiosa entropía del cosmos, perder el
tiempo parece una ironía. Pero el tiempo nunca se extravía, simplemente -con
toda su irreversibilidad- nos deriva, nos fluye, nos acurruca en sus brazos de
cobre.
CUARENTA Y TRES
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